Reflexión Filipenses 2:12-18
Es contradictorio, hablo de nuestra propia naturaleza, obviamente la doctrina de la caída lo explica con suma facilidad, anhelamos las relaciones y al mismo tiempo las detestamos, podríamos anhelar lo mejor para todos y al siguiente momento reducir el valor de los demás a nada.
El valor que le damos a las relaciones se deriva de nuestro sistema de valoración, que depende de nuestros ideales y de la pureza de lo que llamamos cosmovisión. Podemos pretender que tenemos un cristianismo puro por tener instalado el app de youversion, por darle likes a páginas cristianas, por congregarnos frecuentemente en un lugar en específico o ejercer cierto tipo de servicio.
Esto no nos dice nada acerca de la forma como evaluamos el valor de las cosas, podría ser que dentro de nuestro sistema de valoración creamos que la propiedad privada tiene una naturaleza divina, por ende, aquellos de nosotros que tienen más posesiones y poder son personas más bendecidas o posiblemente han hallado más favor divino que los demás mortales.
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